lunes, 30 de marzo de 2015

Mi historia por escrito.

  "Dedicar mi tiempo y volcar mi corazón para acabar lo que empiezo siempre ha significado mucho más para mí; todo lo dejaba a medias, los impulsos hacían brotar la magia pero después no encontraba motivos por los que seguir. Contigo fue diferente. No me importaba cuánto tenía que hacer o aguantar, o durante cuánto tiempo. Es más, contigo todo fluía y fluía y no podía esconderlo; se me desbordaba el alma. Míranos ahora...
  Ésta es la parte de la historia que nunca te conté."
Pincha aquí para empezar a leer el primer capítulo :)
  A veces yo también me pregunto qué fue lo que vi en ti.
  Antes de conocerte creía que nada me faltaba, pero cuando lo hice, abriste un puerta de mi alma de cuya existencia no era consciente. Entonces me di cuenta de que una de las habitaciones más grandes de mí estaba vacía.
  Es difícil olvidar a la persona que te lo muestra, créeme.

martes, 3 de marzo de 2015

De especial a monótono.

  Aprendió a tocar la guitarra: A acariciar sus cuerdas, puntearlas, rasgarlas y sentirlas. A romperlas, a cambiarlas por otras nuevas. A conocerlas una a una; y las conoció. Aprendió  a tocar su guitarra: A observar su color, a escucharla, a hacer que ella lo escuchara. También aprendió a  afinarla; guiada, o sencillamente a oído. Aprendió a limpiarla y cuidarla; guardarla y pasearla por la calle.

  Aprendió a tocar su guitarra, intimar con ella y a quererla.

  Un día se cansó de su sonido. Fue entonces cuando vio un piano y, en vez de seguir su camino con ambos instrumentos, dejó su guitarra a un lado y lo emprendió sólo con aquél.

  Aprendió a tocarlo. A mimar sus teclas, golpearlas, dejar volar sus dedos sobre ellas y sentirlas. A ensuciarlas, a gastar su brillo. A conocerlas una a una; y las conoció. Aprendió  a tocar su piano: A observar sus dos respetados colores y a escucharlo. A limpiarlo, a quitarle el polvo cuando lo abandonaba; a darle vida e incluso revivirse a ella misma cuando lo hacía sonar, como un trabajo mutuo.

  Aprendió a tocar su piano, a cuidarlo, temerlo y amarlo.
  
  Un día se cansó de su sonido. Fue entonces cuando vio un precioso clarinete y le dio la espalda a su piano para siempre, como hizo con su guitarra. Decidió aprender a tocarlo y lo consiguió. Puedes imaginar el final. Así siguió ocurriendo con muchos más instrumentos...

  Tal vez pienses, tú que hasta aquí has llegado, que esta joven no hacía uso de razón. Después de todo el tiempo empleado en algo, todo el cariño y el cuidado, no se puede abandonar de esa forma. Algo que cuesta horas y horas de trabajo y que te ha hecho desahogarte, cantar y llorar no puede ser olvidado tan fácilmente. Sin embargo, ¿por qué cuando se trata de querer a una persona se ve normal? ¿O por lo menos por qué es lo que veo yo un día tras otro? ¿Qué está pasando con aquello de dedicarse completamente a alguien, a pesar de que a veces no tengas fuerzas para hacerlo? El amar es algo que se cultiva poco a poco y muchos abandonan antes de  cosechar nada. Que se trata de un ser humano, de un alma distinta a la de los demás y completamente única; latidos continuos y una respiración que no para. Un corazón vivo.


  ¿Sigues creyendo que la joven había perdido el juicio por aburrirse de sus instrumentos? ¿Y entonces qué sobre los que dicen amar hoy en día y hacen lo mismo que ella?

jueves, 11 de septiembre de 2014

Perro ladrador, poco mordedor.

  Estás en contra de lo que ha sido así desde que naciste, pero te ves tan pequeño, tan insignificante para cambiarlo... Te conciencias de que cada día enfocas más tu vida como una máquina y no como un humano y de que no puedes vacilar al sistema simplemente siendo la persona más rebelde o más pacífica; así que te creas un blog. Te creas un blog donde como en otros miles sueltas la mierda que le dirías al rey a la cara.  Sabes que un blog más o uno menos no hace diferencia pero bueno, al fin y al cabo es para ti.

  Como eres de las personas que piensas: "Joder, es que está en nuestras manos cambiar" escribes una entrada en la que vocerías: "¡Revelémonos!". Desde el sofá y en pijamas subes la entrada completamente orgulloso de haber hecho pública tu indignación, pero como no empieces levantándote y cambiando tú... nadie te va a seguir.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Pesadillas, pesadillas.

  Puedo ver un un siniestro monstruo, un demonio que está sentado a la mesa. Hay varios papeles sobre ella, un candelabro que ilumina y varias herramientas para el cabello como peines y tijeras. Enfrente de él, un banquillo y a sus lados, otros dos demonios. Una larguísima fila de almas está esperando tras el banco.

  El demonio da paso a cada alma, una por una. Ahora es el turno de la de un anciano. Yo lo puedo ver con apariencia humana. Su cara está completamente envestida por dolor y miedo, está en los huesos y da pánico el mirarle a los ojos. El gran demonio ordena a los otros dos que hagan su trabajo. Va dictando diferentes posturas al alma y ella debe obedecer. Los demonios agarran las herramientas. Empiezan con las tijeras. Le están cortando la barba. Estoy completamente desconcertada, no entiendo nada. Ahora cogen los peines. Oh, Dios mío... Las aspas de los peines son cuchillas. ¿Qué le van a hacer?

  Empiezan a arañar su piel y acaban desgarrándola. No puedo seguir viendo esto. Que paren ya por favor... Sangre, todo el banquillo está cubierto de sangre. ¿Por qué torturan así a estas pobres almas? No puedo hacer nada para pararlos, ni siquiera pueden verme.

  Le han roto el cuello. Acaban de romperle un cuello como si fuera un ave. Uno de los dos demonios se encarga de él y lleva el alma a rastras a otra habitación.
El gran monstruo hace un gesto con la mano: Es el turno del siguiente. Ahora todo pasa muy, muy rápido; un alma y otra, y otra y otra en cuestión de segundos. Por más prisa que se den, la fila no termina nunca.

lunes, 18 de agosto de 2014

Oye que... Que gracias ♥

  Sinceramente no sé cuántas personas suelen leer estas mierdas, ni cuántas personas van a leer ésta en concreto.

  Pero es que hace tiempo que quiero decir algo: Gracias.

  Gracias a toda la gente que me ha ayudado cuando estaba reventada, a todas las que me han aguantado hablando de mis cosas, de mis rayadas. A todos los colegas que jo, siempre han estado ahí en todo momento. A todos los que siempre me animan a conseguir lo que quiero, a decirme que no eche cuenta al mundo y que siga. Y oye, tú que a lo mejor ahora estás pensando: ¿Esto va por mí? Pues sí, va por ti.

  A lo mejor vosotros ni os acordáis, pero yo sí. Puede que creáis que lo vuestro fue una tontería, pero es que para mí no. Quizás penséis que lo que me dijisteis o lo que hicisteis lo pudiera haber dicho o hecho cualquier otro. Pero que va.
  Gracias por escucharme, por aguantarme, por darme consejos, por creer en mí y hacerme de verdad, feliz.

  Chicos, sois increíbles. Muchísimas gracias por todo, de corazón. Joder, si es que por más que escriba... Uf; os quiero tonts.




miércoles, 30 de julio de 2014

Día de mierda.

- Vaya día de mierda pa ir a la playa.  
- Seh. ¿Nos volvemos? 
- ¿Después de to lo que hemos liao? 
- Bueno; has sido tú el que lo ha dicho. 
- Ya, ya. A ver, es que día de mierda hace, pero a lo mejor luego sale el sol.  
- No sé yo. ¿Oye qué tal te va con... 
- Tss... Pues nada. Apenas hablamos. 
- Pues saca tú más tema.  
- No tía, soy un pesado. To el día detrás de ella. 
- Jajaja, pues así estaba yo antes hasta que acabé cansándome. 
- ¿Por qué somos tan gilipollas? 
- ¿En el sentido de porqué nos pillamos por gente que no nos echa cuenta? 
- Hmm, sí. 
- La verdad es que no lo sé. 
- Oye, ¿tú qué hiciste pa olvidar a aquel  chaval? 
- Nunca llegué a olvidarlo del todo. 
- Pues qué mierda, ¿no?
- Ya ves.
- Por ahí viene el bus. ¿Vamos? 
- Vamos. A ver si sale sale el sol.

martes, 29 de julio de 2014

Trece horas III

   Me he acostumbrado. Sólo necesito no pensar en lo bien que se estaría fuera. Falta poco, pero falta. Me entretengo pensando en cómo será la vida de los demás viajeros. Cuando estoy entre tanta gente pocas veces soy consciente de que cada uno tiene su propia vida, su propia historia, su propia novela. ¿Quién sabe lo que pasará con cada una de ellas? A lo mejor estás al lado de alguien que va a morir mañana, y tú no lo sabes. Puede ser su último día pero... No sabes ni quién se irá ni a quién se le ha ido alguien. No sabes a quién le acaban de romper el corazón. Tampoco sabes cuándo te van a romper el tuyo.

   Estallo la burbuja de reflexiones y voy a por mi correspondiente botella de agua. La cafetería, si es que así se puede llamar, está justo en el extremo. Paso de vagón en vagón sin fijarme mucho en la gente, están de espaldas a mí. Esto es más grande de lo que pensaba.

   No me había dado cuenta, pero ya vamos otra vez hacia delante. Todos los paisajes me resultan iguales. Gris salpicado de verde.

   Un poco más y me bajo de este tubo. Me siento sucia. Son casi trece horas aquí metida. Menudo asco de pelo, aunque demasiado poco es. Sólo queda esperar a que digan por los altavoces "Señores viajeros, próxima parada: Tarragona". Aunque después me quedan otros cuarenta y cinco minutos de coche. Estar sentada también harta pero creo que me quejo demasiado. Al fin y al cabo sólo es un día; un viaje... Un viaje en tren.

lunes, 28 de julio de 2014

Trece horas II

   ¡Al fin! Ya arrancamos, ¡y marcha atrás! Cada vez más y más rápido. Me flipa esto de ir hacia atrás. El hombre este nos ha dicho que en compensación del incidente de la máquina posiblemente nos den una botella de agua gratis. Toma ya. Lo que hay que escuchar... Por cierto, ¿vamos a retroceder mucho más? Conectaré los cascos, a ver si hay algo que escuchar medianamente interesante.


    La verdad es que hace un día bonito, perfecto para todo; incluso para un viaje. Lo cierto es que me emocionaría más una tormenta. Me imagino la lluvia golpeando los ventanales y los rayos deslumbrando a los pasajeros. En fin. Seguimos hacia atrás. Por ahora nos han puesto un documental marino, una película y ahora otra más. Sé que soy muy pesada, pero seguimos hacia atrás. Me parece curioso detallarlo por tercera vez.

   Me acuerdo de muchas personas. Sólo un día y ya las echo de menos. Menudo coraje. Necesito verlas. Que alguien me saque de aquí. Ir hacia atrás ya me marea. Tengo el cuello en tensión todo el rato, lo apoye o no. Lo máximo que puedo hacer es ponerme la chaqueta para que abulte como un cojín.

   Roscos. En la mochila hay roscos.

sábado, 19 de julio de 2014

Trece horas I

   No es incómodo pero tampoco muy confortable. La verdad es que tenía en mente que iba a ser como en las películas. Me molaría más uno de vapor, en serio. Todo ya tan moderno... Dos o tres personas están leyendo uno de esos libros de más de cuatrocientas páginas. Yo también tengo el mío, pero ahora no me apetece leer. Incluso he intentado ponerme a dibujar, pero no me sale absolutamente nada. La gente aquí ríe menos de lo que debería. Nadie canta.

   Llevamos parados media hora. Según nos han dicho, la máquina se ha estropeado. Van a cambiarla por otra pero eso toma lo suyo. Nos dicen que nos bajemos mientras tanto. La gente ahí fuera habla, llama por teléfono, come, estira las piernas; unos respiran la brisa de la tarde y otros el humo de su cigarrillo. Yo también voy a bajar. Necesito ver el cielo sin que sea a través de cristales.


  Ya han pasado dos horas y este trasto no avanza. Menudo aburrimiento. Quiero llegar ya. La máquina viene desde Albacete y no sé exactamente si ha llegado ya. Espero que sí. Hay momentos en los que me da la sensación de que marchamos, pero que va; serán las ganas...

   ¡Acaba de dar un tumbo! ¡Venga, venga ya por favor! Voy a quitarme los zapatos para subir los pies al asiento. Puede quedar feo pero en esta situación ese tipo de educación me da absolutamente igual.  Además no soy la única. Casi tres horas perdidas. Me alegro de tener unas golosinas conmigo. Es gracioso. No sé cómo pero me hace gracia.